No ha sido hasta bien entrado el siglo XX que dos de los principios ilustrados, igualdad y libertad, se han empezado a pensar para las mujeres en el ámbito escolar. Hasta entonces solo se pensaba en educar a la mujer para llevar a cabo un rol social limitado al espacio doméstico, de ahí que desde los inicios la educación entre niñas y niños fuera completamente diferente. Echando la vista atrás recordaremos que hasta 1783 las niñas en el Estado español no podían ir a la escuela. Carlos III permite entonces la escolarización, atendiendo a que ellas fueran buenas esposas y madres, mientras que ellos se encargaban de aportar el bienestar económico y tomar decisiones para su familia. Podemos decir que el carácter obligatorio de la escuela para niños y niñas aparecerá definitivamente en España gracias a la Ley Moyano, en 1857. La escuela mixta, por su parte, llegará en 1909 gracias al Real Decreto del 26 de octubre.Escuelas mixtas vs. escuela educativasA pesar de todo lo dicho no hay que confundir ni asociar el término escuela mixta con escuela coeducativa, pues el agrupamiento de niños y niñas en un mismo lugar no implica la existencia de una enseñanza justa e igualitaria, tanto es así que más allá de la aparente neutralidad a mediados de los años ochenta empezarán a aparecer en el país los primeros trabajos de autores que cuestionan el modelo existente de escuela mixta, como es el caso de Santos Guerra o Subirats y Brullet . A través de ellos vemos cómo el sistema de educación va engendrando papeles y roles totalmente diferenciados entre chicos y chicas, que no hacen más que remarcar las diferencias sociales entre ambos, de manera que la escuela se limitaba solamente a reproducir el orden social preestablecido.Podemos partir pues de la idea de que desde los orígenes del sistema educativo, la manera de tratar a niños y niñas fue muy diferente.
Coeducar vs. Educar
Afortunadamente en la actualidad se abre para las/los docentes una valiosa arma en contra de las desigualdades en el terreno educativo. Junto a la idea de “educar”, es decir, potenciar el desarrollo de todas las posibilidades y actitudes de una persona, se nos ofrece la de “coeducar”, en palabras de Montserrat Moreno: “cooeducar no es yuxtaponer en una misma clase a individuos de ambos sexos, ni tampoco es unificar, eliminando las diferencias mediante la presentación de un modelo único. No es uniformizar las mentes de niñas y niños sino que, por el contrario, es enseñar a respetar lo diferente y a disfrutar de la riqueza que ofrece la variedad. Vemos por lo tanto que la idea de coeducación es más amplia y rica que el que se le otorgó a la enseñanza mixta.Remarcando esta definición, conviene destacar el importante papel de la escuela y de las maestras y los maestros en la lucha por esta educación no sexista, abriendo caminos y neutralidades en el alumnado de manera que repercutan en el cambio social. Muchos se preguntarán ¿cómo hacerlo?, pues un ejemplo sencillo por el que empezar podría ser la modificación del Curriculum Oculto, es decir de “las normas y valores que son implícitas pero eficazmente enseñadas en la escuela y de las que no suele hablarse en las declaraciones de fines u objetivos del profesorado”. En él, el sesgo de género se ve modificado inconscientemente en cuestiones como los materiales empleados que tienden a ser sexistas, tanto a través de dibujos como de contenido o de lengua. Basta con fijarse en la manera en que se expresan los contenidos en frases tales como: “a las mujeres les concedieron el voto tras la I Guerra Mundial”, cuando lo correcto sería afirmar “las mujeres consiguieron el derecho a voto tras la I Guerra Mundial”.Como afirma Montserrat Moreno siguiendo con los conceptos históricos podemos leer en un libro de historia que "la característica fundamental de la cultura griega es el concepto de la libertad del hombre" cuando “el texto no menciona en ningun momento que las mujeres atenienses no tenían -al igual que los esclavos- derecho a votar ni a participar en ningún cargo del gobierno. La palabra "todos" se refiere, pues, exclusivamente a aquellos individuos de sexo masculino que tenían la calidad de ciudadanos atenienses, con lo cual no nos queda la menor duda de que el libro en cuestión cada vez que habla de "hombre" se está refiriendo a "varón" y que a la mujer ni tan siquiera se toma la molestia de mencionarla aunque sea para decir que no poseía ninguno de los derechos que atribuye a "todos" los atenienses. El desprecio total a la mujer es, pues, la característica del texto, que se pretende educativo”.
El androcentrismo centrado en el uso del genérico.
Con relación a lo dicho anteriormente es necesario hacer hincapié en un controvertido tema a este respecto como es el del uso en la escuela del genérico masculino. En castellano y en gallego se tiende a usar el masculino para referirse indistintamente a ambos sexos, así, en la escuela, abunda el uso de “profesores” y “alumnos”, incluyendo en ambos casos también al género femenino. En la práctica cabría preguntarse ¿por qué esta falta de reconocimiento verbal al género femenino en la escuela cuando son “ellas” en un amplio porcentaje las que se dedican a la enseñanza y las que en mayor número pueblan la escuela? Muchos sectores se oponen al uso masculino y femenino afirmando que esto supone un atentado contra la economía expresiva inherente al lenguaje humano. Sin embargo, cabe recordar que esta idea de la economía en el uso del lenguaje no es un valor en sí mismo, sino que tiene sentido o no en función de las intenciones del texto, de la situación, etc. La economía del lenguaje está bien cuando hablamos de anuncios por palabras, eslóganes o breves en un periódico pero ¿por qué suprimir palabras cuando su eliminación del discurso supone la eliminación de una parte de este? Es necesario en este sentido ser muy conscientes de que es fundamental incluir al género femenino en el momento de decir, de nombrar, porque la riqueza de la lengua nos facilita, en favor de esa economía lingüística que algunas/os usan como disculpa para obviar a las mujeres en sus discursos, un sinfín de términos genéricos que incluyen tanto al masculino como al femenino ¿qué tal “profesorado” en vez de “profesores”? ¿o “alumnado” en vez de “alumnos”?;conviene por lo tanto recordar y en especial por parte del profesorado y de cara al alumnado, que aquello que no se nombra no existe y las chicas, las maestras, las directoras, las jefas de estudios o de departamento, las subdirectoras, las bedelas, las orientadoras, las psicólogas y un amplio número de mujeres estamos presentes en las aulas…así que por favor ¡nómbrennos!
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